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En los últimos once años he tenido la oportunidad de practicar yoga en varias escuelas y con varios profesores, he probado diferentes estilos de yoga y todos ellos han aportado cosas buenas a mi práctica de Yoga y a mi vida. Pero fue gracias a la práctica estilo Mysore del método de Ashtanga Vinyasa que pude tener una práctica regular desde el comienzo.

La forma en que se practica este yoga proporciona al estudiante lo más importante: la auto-práctica y la auto-disciplina. En este estilo siempre se practica la misma serie, la misma secuencia de posturas, así que desde la primera clase, aunque solamente hayas aprendido el saludo al sol, ya puedes empezar tu auto-práctica, sencillamente solo has de repetir lo que has aprendido en la clase y experimentar por ti mism@ como te sientes antes, durante y después de practicar.

Como no siempre tenemos el tiempo o los recursos para poder ir a una clase de yoga, el hecho de tener una secuencia bien diseñada, como es la primera serie de Ashtanga Vinyasa, te da la libertad y el privilegio de poder practicar una secuencia efectiva, segura y bien organizada sin necesidad de ir a clase para practicar, salvando las diferencias, por supuesto, de poder contar con un buen profes@r experimentado.

En el año 2006 estaba estudiando teatro y danza en Buenos Aires con varios maestr@s. Uno de ellos, Marcelo Savignone, invitaba a sus alumnos a practicar Ashtanga Vinyasa Yoga dos veces por semana en su casa a las 7 a.m y ahí aparecí yo. En ese momento hubiera practicado cualquier cosa que este profesor enseñase porque yo lo que quería era aprender y aplicar todo lo que veía en él en escena, si en lugar de entrenamientos de Ashtanga hubieran sido de Tai Chi o de boxeo hubiera ido igual. Así que sin analizar mucho lo que estaba haciendo empecé a practicar dos veces por semana en casa de Marcelo y desde la primera semana empecé a hacer esos mismos ejercicios por mi cuenta. Marcelo no guiaba las clases ni ajustaba nuestras posturas; él hacía su práctica y nosotr@s copiábamos lo que él hacía, y mientras practicaba nos iba dando alguna instrucción. Pero no había mucha explicación, hacíamos la secuencia y ya esta, como cada una buenamente pudiera. Sin embargo, en esa manera de practicar que teníamos con él, tan silenciosa, sin instrucciones, se abría un espacio de máxima concentración, de entrega absoluta a lo que hacíamos… Los efectos fueron inmediatos, empecé a sentirme muy bien físicamente y, claramente, más despierta, tanto física como mentalmente, más viva, más alerta y con valentía para afrontar mi camino de actriz en Buenos Aires.

Cuando regresé a Madrid en 2008 tuve la gran suerte de encontrar la escuela de Borja Romero Valdespino en la calle Juanelo y tengo muy buenos recuerdos de las prácticas allí. En cuanto entrabas sentías el silencio mágico que traía la concentración de la gente practicando, había que quitarse los zapatos en la puerta, entrar cuidadosamente para no interrumpir, todo era un ritual y eso te metía ya en la práctica, te colocaba en otro lugar, un lugar que invita al contacto íntimo con una misma.

Dejé de exigirle a mi cuerpo

 

En el año 2012 empecé a tener varias pequeñas lesiones: un par de tendinitis en las muñecas, tensión crónica en los isquios, dolores lumbares recurrentes, y lo último y determinante fue un desgarre del cuádriceps, que en realidad no tengo la certeza de que fuera haciendo yoga o bailando… Cuando me recuperé de esta última lesión me dije: si vuelvo al yoga, voy a hacerlo bien, voy a formarme para no lesionarme y evitar lesionar a otr@s si es que vuelvo a enseñar. Entonces caí en la formación de Yoga Dinámico de Godfrey Deveroux y Jose Luis Cabezas en City-Yoga. Fue todo un descubrimiento para mi. Empecé a practicar de otra manera. Dejé de exigirle a mi cuerpo, empecé a buscar otras cualidades en mi práctica de yoga, sobre todo empecé a apreciar la cualidad relajada durante toda la práctica, no solo en las posturas finales. Fue el año en que me quedé embarazada y eso también me hizo modificar la práctica; tenía una vida gestándose dentro de mi y no podía hacer burradas, tenía que proteger esa vida, tenía que cuidarla a ella y eso implicaba cuidarme a mi primero. La formación de profesores de Yoga Dinámico se distribuye en fines de semana intensivos a lo largo del año. Mi embarazo iba avanzando durante esos meses en los que se daban los encuentros. Cada fin de semana que nos volvíamos a encontrar me yo estaba en otro momento diferente del embarazo. Casi siempre necesitaba descanso, sobre todo al principio, y me quedaba dormida mientras Jose Luis hablaba y me moría de vergüenza cuando me despertaba y me daba cuenta de que habían pasado tres horas en las que mis compañeras habían estado practicando yoga y yo durmiendo!! Cómo era capaz de permitirme esto??! Agradezco muchísimo la comprensión y el apoyo que me dio Jose Luis entonces. Me decía: No pasa nada! Lo estas integrando igual! Si tu cuerpo necesita descansar, descansa! Si necesitas dormir, duerme! En ese momento todavía era inconcebible para mi mente exigente tanta permisividad y me juzgaba a mi misma como una floja y una vaga…

Poco a poco me fui enamorando de esta manera de practicar, más calmada, concediéndole permisos a mi cuerpo, enfocando la práctica hacia estados meditativos o de relajación. Y mientras esta manera de practicar se hacía fuerte en ese momento, que además me venía tan bien con el embarazo y la posterior primera maternidad, analizaba mis lesiones y le echaba la culpa a la práctica de Ashtanga Vinyasa, creció mi rechazo hacia todo lo que implicase esfuerzo, exigencia, superar límites y le achacaba todos mis males pasados.

Después de dos años de maternidad intensiva, casi exclusiva, mi cuerpo empezó a pedirme otras cosas. Tenía por fin un poquito más de energía y el verano pasado me puse yo sola a practicar de nuevo la serie por mi cuenta. Enseguida volví a tener esa misma sensación de fortaleza, que primeramente se manifiesta de una manera muy externa, empiezo a sentirme “super woman” físicamente, pero también hay algo en mi actitud ante la vida que cambia. Me siento interiormente más fuerte, más valiente para enfrentar los desafios de la vida, con más ganas de vivir, de enfrentar los desafíos de la vida…

 

De vuelta al Astanga

 

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He vuelto hace menos de un año a practicar este estilo de yoga, sin embargo mi manera de practicar la misma serie de hace diez años es completamente distinta. Ahora disfruto en lugar de sufrir, me paro antes de quedarme sin energía para el resto del día, no llego al final de la serie si se que voy a necesitar esa energía en el día para atender otras cosas.

Hoy tengo la certeza de que no fue la práctica de Ashtanga la que me provocó esas lesiones sino yo misma y mi manera de practicar, la parte de mi personalidad que es exigente, y que puede serlo hasta con el yoga más suave. Pienso ahora en cómo era mi vida fuera de la esterilla en esos primeros años de práctica y lo cierto es que todo en ella era exigente, no solo mi forma de practicar yoga; mi relación con mi profesión era exigente, mis relaciones personales eran exigentes, mi relación conmigo misma era exigente! Yo estaba en esa frecuencia y todo lo que hacia lo volvía exigente y con esa exigencia llegaban experiencias duras a mi vida.

Estas navidades pasadas volví a practicar en AYM con Borja Romero y además he podido hacerle una entrevista para la revista Yoga Journal que, a nivel personal, me ha ayudado muchísimo, pues he comprobado que, efectivamente, no era el Ashtanga lo que traía exigencia a mi práctica y a mi vida, sino yo misma. Borja nunca me exigió que llegara a ninguna postura, casi siempre me decía que parase la práctica mucho antes de lo que yo lo hubiera hecho. Yo siempre estaba esperando poder hacer alguna postura más, llegar más lejos, hacer lo que otros hacían…

El hacer esta práctica, o cualquier otra práctica de Yoga, de manera respetuosa y sana con mi cuerpo y mi mente es porque ambos, alumna y maestrxs lo permiten. Cada día llego a la esterilla de una manera y respeto eso y lo comunico al profes@r si es necesario.

Aquí os dejo la entrevista, en la que el mismo Borja habla sobre la exigencia en la práctica, entre otras cosas interesantes sobre este estilo de Yoga y su recorrido en el mismo.