Cuántas veces, trabajando en escuelas de yoga, llegaban alumnas nuevas a las cuales preguntaba si habían hecho yoga anteriormente y respondían: “si, pero en un polideportivo”, y este “pero” quería decir, claramente, que no había sido una experiencia que pudieran contabilizar.
Es cierto que el número de alumn@s es demasiado grande para profundizar con cada un@, y el tiempo es también escaso, a penas cincuenta minutos, y que tampoco contamos con material adecuado ni con el silencio que podría ayudarnos a crear un ambiente más propicio para la indagación. Todos estos elementos pueden hacer que muchas personas se espanten o que las clases en estos centros no tengan buena reputación. Además esta el factor profesorado, pero esto esta cambiando, pues cada vez hay más especialización en la materia y donde antes había una profe de pilates ampliando su horario con yoga, o alguien que daba clase como segundo ingreso, ahora hay gente cada vez más preparada y comprometida, entre otras cosas gracias a que cada vez hay más formaciones, más información, más traducciones y más cultura del yoga extendiéndose en España también.
Todos estos “supuestos impedimentos” que menciono también me asustaron a mi en un principio, cuando vi la cantidad de alumn@s por clase, la variedad en los perfiles y los pocos recursos con que contaba, incluido el tiempo. Pero pasado el primer curso no puedo estar más agradecida con esta experiencia. Sinceramente creo que ha sido la primera vez en los siete años que llevo enseñando en que puedo tener una continuidad real con un grupo numeroso de alumn@s, y avanzar en contenidos más allá de las posturas o profundizar en estas hacia enseñanzas que, según el feedback de las alumn@s, han ido más allá de la clase y la esterilla.
Algo que claramente he podido poner en práctica siendo las clases tan numerosas, es una pedagogía en la cual l@s alumn@s se hacen responsables de su práctica, y esto es así porque no queda otra pero también porque hay una continua invitación a hacer elecciones por parte de l@s alumn@s, un evitar la copia o la mera obediencia sin probar y explorar primero, entonces, el no disponer de tiempo para atender personalmente a tod@s es una oportunidad; para mi, en primer lugar, de dar varias opciones para realizar una misma propuesta, y para ell@s, de tener la soberanía de su práctica y decidir cuál de las opciones que presento es más adecuada para sus cuerpos, lo cual les lleva a conocerse con mucha más profundidad y responsabilidad, y a tomar consciencia de los límites cambiantes de sus cuerpos. Esto requiere muchísima atención momento a momento y la práctica de asana se convierte en una práctica avanzada de meditación en movimiento. Por otro lado, el tiempo, que en un principio consideraba tan escaso, siento que finalmente es la opción más productiva. Muchas veces en otros formatos más largos se hace mucho en una sola sesión y no se hace nada el resto de la semana, y es sabido que pasados 45 minutos la atención empieza a decaer, así que, quizás fuera de este tiempo podríamos hacer algo que requiriese menos atención pero habríamos aprovechado al máximo esos 45 minutos sin “castigar nuestras meninges”, como diría mi profesor de filosofía Emilio G. Buendía. Por último el material me ha hecho estar atenta y creativa en cada clase, saber jugar con lo que tenía ha sido muchas veces una riqueza y me ha permitido hacer propuestas fuera de la materia de asana, como acabar haciendo un masaje en parejas con los bastones de gimnasia o usar los steps de aerobic como soporte para hacer invertidas o la postura de setu bandha pasiva.
Lo bueno de tener grupos numerosos estables es que enseguida se instalan unos códigos, un ritmo, un lenguaje y la clase acaba funcionando como un grupo, ayudándose unos a otros, y esto es muy enriquecedor y para mi una gran ayuda. Cuando entra gente nueva, por ejemplo, no es un problema, ya que al haber un núcleo grande que se mantiene, el que llega se suma a una energía y dinámica que ya esta instalada y, aunque va más despacio, acaba integrándose sin problema y partiendo de un nivel “avanzado”, en cuanto a consciencia corporal y lenguaje. Las personas que llegan ya ven que cada uno hace las cosas de diferente manera, que utiliza uno u otro material para cada postura, o que algunos directamente no hacen una postura y que no pasa absolutamente nada, ven desde el principio que pueden decidir, y reciben la ayuda de los que llevan más tiempo.
Concluyendo lo que más destaco en esta experiencia es el factor humano y, aunque reconozco que el comienzo no fue fácil, pues much@s alumn@s venían de practicar de forma muy diferente durante muchos años con la anterior profesora, e incluso algun@s marcharon con mi llegada, muy a mi pesar, por no haber sabido proporcionarles una adaptación adecuada, el resultado del curso, para las personas que se han quedado ha sido muy positivo. Para mi hay una comunidad de practicantes especialmente abierta y con mucho potencial en el polideportivo. En oriente cuando un grupo de personas se une para practicar regularmente en torno a unos objetivos de auto-conocerse y trabajar con ell@s mism@s recibe el nombre de sangha, o comunidad de práctica, y así es como he sentido a l@s alumn@s en estas clases, y por supuesto me incluyo como una aprendiz más en esta experiencia y en esta comunidad.
“Has conseguido que el yoga, llegue a lo profundo de mi interior. Los martes y jueves, son especiales para mi, espero con mucho entusiasmo la hora de la clase, para salir renovada y con nuevas energías.Has conseguido que las clases no sean una simple realización de asanas, sino un espacio de reflexión y de indagación. Transmites el amor, la profesionalidad y la sabiduría que sientes con el yoga y como profesora siempre entregándote y aportando mas y mas ambién has creado muy buen ambiente y la habilidad de integrar a principiantes y avanzados.” Socorro
“La verdad es que no tengo mucha experiencia porque sólo llevo tres años “jugando” con esto pero te puedo decir que la forma que tienes de dirigirnos me ha fascinado, la verdad. En mi opinión cumples dos objetivos que yo no había experimentado. Por un lado, al ir explicando poco a poco cada movimiento, la posición correcta para cada uno, los trucos para conseguir llegar a esas posiciones, etc., hace que el trabajo físico sea mayor que si hiciera cada uno de los ejercicios mecánicamente (de hecho sudo más, jeje.). Y por otro lado, para mí quizás más importante, al estar atenta a lo que dices en cada momento, logro abstraerme de los pensamientos externos (trabajo, casa, etc.), y esto no deja de ser meditación ¿no?. Concretando, ¡que me llevo dos por uno!” Cruz Pascual.
“Dos palabras para expresarte mi gratitud: he pasado unas horas llenas de vitalidad y de mucho interés en tus clases de yoga. Quiero agradecértelo.” Virgilio Verna.
“ En principio era una opción de estar haciendo algo mientras mi niña estaba en rítmica pero poco a poco me he ido enganchando a esta nueva práctica, gracias a ti. Me ha gustado mucho mi comienzo en esta disciplina contigo y aprender a conectar con la respiración y tomar conciencia del cuerpo es un privilegio que está al alcance de todos y que no siempre somos conscientes de ello y ,desde mi humilde opinión, creo que aportas cosas muy buenas y en lo que tú te centras en las clases. No siempre me ha resultado fácil escuchar mi interior pero supongo que con el tiempo aprenderé. Intento seguir en casa alguna de las prácticas aprendidas, y no me van mal.» Lola Blanco.
“Ha sido un curso muy instructivo y constructivo a la vez que super interesante.” Maribel Belinchón.
“Agradecerte tu paciencia, me gusta mucho como das las clases y los días que tenemos me siento mucho mejor. No se si es cosa mía, pero creo que he mejorado hasta con mi problema de dormir. Me alegro mucho de haberte conocido y de haber seguido con las clases, al principio de curso no tenia muy claro si dejar de ir o no, ahora estoy contenta de haber continuado.” Ángeles Escalada.